
De Horta de toda la vida
Soy Alba Garcia Illarena, del barrio de Horta (Barcelona): aquí nací, crecí y sigo eligiendo vivir.
Me criaron en una familia muy normal, aunque la foto de un carnaval de los 90, en pleno colegio cristiano, diga lo contrario: a la izquierda, mi padre, César, disfrazado de cura; a la derecha, mi madre, Maite, vestida de dólar; y en medio, yo, de Power Ranger rojo (como buena Aries). Supongo que ahí empezó todo: mezclado, contradictorio y sin manual de instrucciones.
La Power Ranger criminóloga
De pequeña hacía muchas preguntas y, de mayor, busqué una excusa para seguir haciéndolas: me gradué en Criminología por pura curiosidad.
Después cursé posgrados en Derechos Humanos, Igualdad de Género y Mediación. Desde hace 13 años me dedico al trabajo comunitario y al abordaje de las violencias machistas.
La invitada y yo
En 2013 falleció mi padre, tras diez años de enfermedad. Aquello me paralizó tanto que hice las maletas y me fui a vivir a Chile. Ahí descubrí que los duelos no hechos vienen contigo, aunque pongas 11.000 km de distancia.
Al volver —y solo ahora soy consciente de ello— comenzó una búsqueda personal y profesional que me llevó a aprender a vivir, sabiendo que la muerte también está invitada. Poco a poco, hice mi duelo.
Ritmo ameba
En la primera sesión con mi terapeuta, Charo (gracias), tuve que dibujar mis emociones porque ni siquiera sabía nombrarlas.
Me costaba crear vínculos profundos —en la amistad y en la pareja— y no era consciente de que tenía un cuerpo, hasta que me formé en Teatro Terapéutico y lo puse, literalmente, en escena.
Desde ahí descubrí la danza como meditación en movimiento.
Y aunque llevo años bailando, lo confieso: todavía me muevo como una ameba. Aun así, es suficiente. Aprendí que lo importante no es bailar “bien”, sino habitar el cuerpo tal y como es.
Volver a la trama
Tras años de terapia —y de seguir enfadada con el mundo— decidí ir más profundo.
Me formé en Constelaciones familiares y organizacionales y, más tarde, en Terapia Gestalt. Hoy soy socia de la Asociación Española de Terapia Gestalt (AETG).
Aquellos cinco años fueron un viaje de reconciliación con mis figuras de crianza y de aceptación de quien soy, con mis neuras y mis encantos.
El contacto como ruta
Después llegó el masaje inspirado en el Tantra Shivaita, un espacio de escucha del cuerpo a través de la respiración y el tacto.
Y, más tarde, el masaje Deep Tissue, un contacto profundo con nuestras tensiones y tejidos que a menudo pasamos por alto.
Ambos me han enseñado a volver a mí, a reconectar con la ternura y con la presencia.

De ser acompañada a acompañar
Sigo en terapia con Charo y en supervisión con Nela, porque el compromiso con mi propio proceso es la base para poder acompañar a otras personas.
Con el tiempo entendí que la terapia no va de dar respuestas (spoiler: yo también las sigo buscando), sino de abrir un espacio donde explorar y descubrir nuestros propios recursos.
Un espacio para aprender a vivir con más serenidad, bailando —a veces con gracia, a veces como una ameba— entre las olas de la vida.
Información innecesaria pero cierta
- Da igual la música: siempre bailo del mismo modo… y con vergüenza.
- Soy fan absoluta de las croquetas.
- Pelando granadas y judías verdes me acuerdo de mi abuela Munda.
- Y aunque soy criminóloga de formación… las series de crímenes me dan miedo.
Y esta soy yo
Una mezcla de contradicciones, ironía, intensidad y presencia.
Podemos encontrarnos en Barcelona, por videollamada o a domicilio.
Siempre con un compromiso claro: acompañarte con respeto, autenticidad y profesionalidad, al ritmo que necesites.
